Arnold Schönberg, fue un músico vienés (después
estadounidense) que también pintaba. Como músico revolucionaría el siglo
XX, inventando eso de la disonancia, poco comprendida por la crítica y el público.
Schönberg nació para la música. De niño se inició en forma autodidacta.
De joven, con varias obras maestras ya escritas, decidió que el sistema
armónico tonal estaba en crisis y había que superarlo. Se convirtió, entonces, en
un músico atonal.
Kandinsky diría de él: “Vemos que en cada cuadro de
Schönberg habla el deseo interno del artista de una forma que le es propia. Al igual que en su
música, renuncia a lo superfluo, yendo directamente a la búsqueda de lo
esencial”
La llegada de los nazis en 1933 hizo que Schönberg tuviera
que exiliarse, ya no por ser judío, sino por su condición de compositor
moderno, cuyas obras escapaban por completo del entendimiento de los nuevos
gobernantes del Imperio Alemán. Estados Unidos sería su nuevo hogar donde pudo
enseñar música y pintar de vez en cuando.