Rickie Lee Jones le llaman "la duquesa de la ciudad que mola". Pero mejor sería llamarla "caballo salvaje" o "zorro plateado" de la música. Es como el agua, que siempre se te escapa por entre las manos. Indomable, irreverente, pérfida, soñadora, graciosamente izquierdista, progresista ecológica. Pero más que eso: tiene la voz más dulce, más angelical, pero en cine negro. Es increíble.
A sus 68 años todavía es un reflejo libre y perdido de la
generación de Woodstock. Puede ser el último rastro de una hippie, fantasear
con las drogas, pero dista mucho de ese espirítu bobalicón de las groupies
porque a ella siempre le gustó el 'jazz'. Más que el 'rock', más que el 'pop',
más que los clásicos.