Su fascinación por el jazz llegó desde temprano y través de
la radio; desde ese primer momento desarrolló una tarea de intensa actividad,
grabando, tocando en vivo y a través de una escuela que lo convirtió en
referente de la enseñanza.
Además de prócer del jazz argentino y actuaciones con los
más importantes músicos de jazz de varias generaciones, parte de su peso en la
escena musical local tiene que ver con la escuela con la que durante años fue
referente en el campo de la docencia de música de tradición popular.
“Hay cosas, desde ya,
que no pueden enseñarse”, explicaba. “Paradójicamente, no se le puede enseñar a
alguien a ser músico; a ser sensible, a escuchar, a tener algo para decir. Pero
sí se pueden dar los elementos para que quienes tienen adentro eso tan difícil
de transmitir lo puedan sacar afuera. Para que quienes son músicos de alma
encuentren la mejor manera de serlo. Creo que puedo ser útil –decía– y que lo
que se transmite no es sólo la técnica; también hay palabras, hay cosas que se
le pueden decir a un chico que uno ve que tiene real interés y pasión por
aprender, para guiarlo. A veces es más importante decirle ‘no toques’,
‘guardate algo’, ‘dejá que se oiga el silencio’, que enseñar a tocar. Hay que
buscar la sencillez.”