El 31 de agosto se cumplió una década sin Alorsa. Hombre
noble, artista de buena madera y corazón solidario y creativo, Jorge Pandelucos
dejó su sabia impronta en un contexto de reverdecimiento del tango. Lo hizo con
La Guardia Hereje, el grupo que, desde Tolosa -su base de operaciones- fue una
de las plataformas para el despegue contemporáneo del género.
Alorsa se fue temprano. Con tan solo 38 años, una sorpresiva
descompensación cardíaca le arrebató los días de la vida. “Me gustaría, si se
puede, que vuestra atención no se centrara sobre mí sino sobre La Guardia
Hereje que es un proyecto artístico más rico e interesante, digo, de pronto, me
parece”, comentaba “el gordo” en un texto autobiográfico.
En esa confesión escrita, y siempre con su humor encima,
Alorsa también contaba: “Fui integrante peregrino de coros y bandas rockers y
bluseras, saxofonista, viajé a Europa con unas pistas de tangos clásicos
grabadas (¡tipo karaoke… una vergüenza!) y ahora me quiero salvar con La
Guardia Hereje, que se está transformando de un hobby a un proyecto de vida”.