El reconocimiento como pianista de jazz le llegó durante la primera parte de la década del ochenta, gracias a sus actuaciones en el club Jazz & Pop, donde además de tocar con su trío, integrado por González en el contrabajo y Junior Césari en batería, participaba de interminables jam session los domingos, en las que los mejores músicos de la nueva generación se probaban el traje de artistas. Javier Malosetti, Lito Epumer, Armando Alonso, Paul Dourge, participaban de esos encuentros en los que el único hombre maduro era Larumbe. No abundaban por aquellos años los pianistas y el "ciego" trabajaba a destajo con los jóvenes con el órgano. Organista de lujo, se definía como el mejor organista de jazz de la Argentina, porque decía-"soy el único".
Con el fallecimiento de Larumbe se pierde al último bohemio de toda una época del jazz que quizá comenzó con otro pianista, el Mono Villegas. Larumbe, más que ningún otro músico, encarnaba la quintaesencia del jazz, es decir, la improvisación. Su estilo, su forma de armonizar, siempre arriesgada y que sorprendía a las audiencias, fueron la escuela de muchos jóvenes músicos a los que generosamente enseñaba y asistía. Recibió el Premio Konex en 1995.
https://www.fundacionkonex.org/b1263-horacio-larumbe