FUNDAMENTO

Según el economista “hereje” chileno Manfred MaxNeef, las necesidades humanas son las mismas en todas las épocas y culturas. Lo que sí cambia de una época a otra (y de una cultura a otra) es la forma de satisfacerlas. Las necesidades identificadas son nueve: subsistencia, protección, entendimiento, participación, ocio, creación, libertad e identidad. La música tiene relación con varias de esas necesidades humanas.

Con la subsistencia, al relacionarse con el descanso y la salud mental.
Con la necesidad de afecto, al sustentar espacios de encuentro, permitir en ellos la expresión de emociones, pilares de la amistad. Con la de entendimiento, al promover la curiosidad, la disciplina y los ámbitos de interacción formativa. Con la del ocio, al justificar el uso del tiempo libre y la realización de espectáculos o acompañar nuestra privacidad.

Con la de Creación, para los que descubren y desarrollan habilidades en el canto, algún instrumento o la danza.
Para con la de libertad, para los que llegan a ser rebeldes y audaces. Y, por último, con la identidad: porque anima los sentimientos de pertenencia y autoestima (en este orden) porque constituye un símbolo, un lenguaje o un valor para determinados grupos, generando ámbito de contención (muy importante en los jóvenes), porque favorece el conocimiento propio y del otro; y porque cumple un rol constituyente en la memoria histórica de los pueblos.

Teniendo en cuenta estos enunciados, LUZ PARA MUNDOS REMOTOS pretende contribuir al desarrollo de la capacidad de audición atenta de la música del mundo, en sus eventuales y oportunos oyentes.

Río Colorado, Río Negro, mayo 2006.

HORACIO LARUMBE-ARGENTINA

 

El reconocimiento como pianista de jazz le llegó durante la primera parte de la década del ochenta, gracias a sus actuaciones en el club Jazz & Pop, donde además de tocar con su trío, integrado por González en el contrabajo y Junior Césari en batería, participaba de interminables jam session los domingos, en las que los mejores músicos de la nueva generación se probaban el traje de artistas. Javier Malosetti, Lito Epumer, Armando Alonso, Paul Dourge, participaban de esos encuentros en los que el único hombre maduro era Larumbe. No abundaban por aquellos años los pianistas y el "ciego" trabajaba a destajo con los jóvenes con el órgano. Organista de lujo, se definía como el mejor organista de jazz de la Argentina, porque decía-"soy el único".

 Sus últimas actuaciones fueron algo espaciadas a causa de distintos problemas de salud.

 Falleció el 30 de septiembre de 2003, a causa de un infarto. Tenía 64 años. Ya en 1995 había sufrido un preinfarto mientras acompañaba en Oliverio al guitarrista Herb Ellis. 

Con el fallecimiento de Larumbe se pierde al último bohemio de toda una época del jazz que quizá comenzó con otro pianista, el Mono Villegas. Larumbe, más que ningún otro músico, encarnaba la quintaesencia del jazz, es decir, la improvisación. Su estilo, su forma de armonizar, siempre arriesgada y que sorprendía a las audiencias, fueron la escuela de muchos jóvenes músicos a los que generosamente enseñaba y asistía. Recibió el Premio Konex en 1995.

https://www.fundacionkonex.org/b1263-horacio-larumbe