FUNDAMENTO

Según el economista “hereje” chileno Manfred MaxNeef, las necesidades humanas son las mismas en todas las épocas y culturas. Lo que sí cambia de una época a otra (y de una cultura a otra) es la forma de satisfacerlas. Las necesidades identificadas son nueve: subsistencia, protección, entendimiento, participación, ocio, creación, libertad e identidad. La música tiene relación con varias de esas necesidades humanas.

Con la subsistencia, al relacionarse con el descanso y la salud mental.
Con la necesidad de afecto, al sustentar espacios de encuentro, permitir en ellos la expresión de emociones, pilares de la amistad. Con la de entendimiento, al promover la curiosidad, la disciplina y los ámbitos de interacción formativa. Con la del ocio, al justificar el uso del tiempo libre y la realización de espectáculos o acompañar nuestra privacidad.

Con la de Creación, para los que descubren y desarrollan habilidades en el canto, algún instrumento o la danza.
Para con la de libertad, para los que llegan a ser rebeldes y audaces. Y, por último, con la identidad: porque anima los sentimientos de pertenencia y autoestima (en este orden) porque constituye un símbolo, un lenguaje o un valor para determinados grupos, generando ámbito de contención (muy importante en los jóvenes), porque favorece el conocimiento propio y del otro; y porque cumple un rol constituyente en la memoria histórica de los pueblos.

Teniendo en cuenta estos enunciados, LUZ PARA MUNDOS REMOTOS pretende contribuir al desarrollo de la capacidad de audición atenta de la música del mundo, en sus eventuales y oportunos oyentes.

Río Colorado, Río Negro, mayo 2006.

HERNAN OLIVA-CHILE

 

Hernán Oliva el gran violinista del jazz y del tango, nació en Valparaíso, Chile, en 1913 y comenzó sus estudios de violín a los 8años.

Murió en 1988, donde apareció tirado en una vereda del barrio de Palermo en Buenos Aires, abrazado a su violín.

Emigró a Buenos Aires e ingresó en la orquesta de René Cóspito, más tarde pasó a la orquesta del jazzista Oscar Alemán, pero se pelearon y se separaron.

En los últimos años de su vida rondaba por bares de San Telmo, tocando para quien se lo pidiera, los dueños de aquellos bares que no apreciaban su genial talento le decían «tocá dos o tres y te vas» y no quitaban la música de fondo tan siquiera.

Su magnífico tema «Tristezas del Plata» es un lento y largo quejido en círculos donde parecemos recorrer la ciudad de Buenos Aires por completo, hasta en sus barrios más tristes y pobres.

Fue genial tanto en el tango como en el jazz, y su violín siempre  se destacaba por encima de los demás instrumentos.