FUNDAMENTO

Según el economista “hereje” chileno Manfred MaxNeef, las necesidades humanas son las mismas en todas las épocas y culturas. Lo que sí cambia de una época a otra (y de una cultura a otra) es la forma de satisfacerlas. Las necesidades identificadas son nueve: subsistencia, protección, entendimiento, participación, ocio, creación, libertad e identidad. La música tiene relación con varias de esas necesidades humanas.

Con la subsistencia, al relacionarse con el descanso y la salud mental.
Con la necesidad de afecto, al sustentar espacios de encuentro, permitir en ellos la expresión de emociones, pilares de la amistad. Con la de entendimiento, al promover la curiosidad, la disciplina y los ámbitos de interacción formativa. Con la del ocio, al justificar el uso del tiempo libre y la realización de espectáculos o acompañar nuestra privacidad.

Con la de Creación, para los que descubren y desarrollan habilidades en el canto, algún instrumento o la danza.
Para con la de libertad, para los que llegan a ser rebeldes y audaces. Y, por último, con la identidad: porque anima los sentimientos de pertenencia y autoestima (en este orden) porque constituye un símbolo, un lenguaje o un valor para determinados grupos, generando ámbito de contención (muy importante en los jóvenes), porque favorece el conocimiento propio y del otro; y porque cumple un rol constituyente en la memoria histórica de los pueblos.

Teniendo en cuenta estos enunciados, LUZ PARA MUNDOS REMOTOS pretende contribuir al desarrollo de la capacidad de audición atenta de la música del mundo, en sus eventuales y oportunos oyentes.

Río Colorado, Río Negro, mayo 2006.

SHIVKUMAR SHARMA-INDIA

 

Pandit Shivkumar Sharma (1938-2022) fue un músico indio de talla mundial, aclamado por su maestría con el santoor, un instrumento de cuerda percutida que él mismo elevó del ámbito folclórico al pináculo de la música clásica indostaní. 

Nacido en Jammu, India, Shivkumar Sharma se inició en la música a una edad temprana bajo la guía de su padre, un vocalista de renombre. Sin embargo, su destino cambió a los 13 años, cuando se le encomendó la tarea de aprender y adaptar el santoor. Este instrumento, que se tocaba principalmente en ceremonias sufíes de Cachemira, carecía de la capacidad para ejecutar los complejos ragas de la música clásica. 

Sharma dedicó años a modificar su técnica, utilizando mazas de madera para producir notas con fluidez y sutileza, logrando emular las inflexiones vocales que son la esencia de la música clásica india.

Su talento y esfuerzo no tardaron en dar frutos. A partir de los años 60, sus conciertos y grabaciones lo catapultaron a la fama, ganando el respeto de la crítica y del público. Su carrera alcanzó una nueva cumbre con la formación del dúo Shiv-Hari junto al flautista Hariprasad Chaurasia.