En el corazón de Finnskogen, el
místico "Bosque de los Finlandeses" en la frontera entre Noruega y
Finlandia, la música no es solo un arte, sino una extensión de la tierra misma.
Allí habita Sinikka Langeland, una artista cuya biografía y obra
son inseparables del paisaje que la rodea. Nacida en 1961 de raíces mixtas
noruego-finlandesas, Sinikka encarna el espíritu de los inmigrantes del siglo
XVII que llevaron consigo sus creencias chamánicas a los bosques boreales. Su
identidad personal es un puente entre el folklore ancestral y la sensibilidad
contemporánea, marcada por una vida dedicada a rescatar la tradición oral de la
región de Solør.
El eje de su universo artístico es el kantele, el arpa de
mesa finlandesa. Bajo sus dedos, este instrumento de cuerdas cristalinas deja
de ser una pieza de museo para convertirse en una orquesta de resonancias
infinitas. Sinikka no solo interpreta; ella narra a través de las cuerdas,
uniendo su voz —una herramienta capaz de alcanzar los matices del runesang (canto rúnico)— con las estructuras de la
música antigua. Sin embargo, su genialidad reside en no haberse quedado anclada
en el pasado. Al unirse al prestigioso sello ECM Records, logró
una fusión magistral con el jazz nórdico, permitiendo que la improvisación
moderna respire dentro de las baladas medievales y los himnos religiosos
populares.
Escuchar a Sinikka Langeland es asistir a un ritual donde la música
borra las fronteras entre lo humano y lo divino, lo antiguo y lo moderno,
recordándonos que el arte más profundo es aquel que sabe escuchar el pulso de
sus raíces.
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