FUNDAMENTO

Según el economista “hereje” chileno Manfred MaxNeef, las necesidades humanas son las mismas en todas las épocas y culturas. Lo que sí cambia de una época a otra (y de una cultura a otra) es la forma de satisfacerlas. Las necesidades identificadas son nueve: subsistencia, protección, entendimiento, participación, ocio, creación, libertad e identidad. La música tiene relación con varias de esas necesidades humanas.

Con la subsistencia, al relacionarse con el descanso y la salud mental.
Con la necesidad de afecto, al sustentar espacios de encuentro, permitir en ellos la expresión de emociones, pilares de la amistad. Con la de entendimiento, al promover la curiosidad, la disciplina y los ámbitos de interacción formativa. Con la del ocio, al justificar el uso del tiempo libre y la realización de espectáculos o acompañar nuestra privacidad.

Con la de Creación, para los que descubren y desarrollan habilidades en el canto, algún instrumento o la danza.
Para con la de libertad, para los que llegan a ser rebeldes y audaces. Y, por último, con la identidad: porque anima los sentimientos de pertenencia y autoestima (en este orden) porque constituye un símbolo, un lenguaje o un valor para determinados grupos, generando ámbito de contención (muy importante en los jóvenes), porque favorece el conocimiento propio y del otro; y porque cumple un rol constituyente en la memoria histórica de los pueblos.

Teniendo en cuenta estos enunciados, LUZ PARA MUNDOS REMOTOS pretende contribuir al desarrollo de la capacidad de audición atenta de la música del mundo, en sus eventuales y oportunos oyentes.

Río Colorado, Río Negro, mayo 2006.

JELLY ROLL MORTON-EEUU

 


 Jelly Roll Morton, fue un pianista de bares y casinos a principios del siglo XX, así como uno de los pioneros más relevantes dentro de la concepción del jazz.

Después de haber crecido con una educación musical, Morton comenzó a recorrer los Estados Unidos a la corta edad de 17 años, compartiendo los arreglos musicales que solía tocar en su trabajo, componiendo melodías a lo largo de sus viajes, entre las cuales se encuentra Wolverine Blues, resaltando el toque español dentro de lo que comenzaba a conocerse como jazz.

Después de un tiempo y tras fracasar en numerosas ocasiones, Morton consigue la oportunidad de hacer unas cuantas grabaciones en la Biblioteca del Congreso Norteamericano, las cuales le tomaron casi dos años en acabar. Durante esa época, Morton consigue contrato con una disquera, la cual lo introduce al grupo “Red Hot Pepper”, con la que grabaría más de quince piezas,  las que son reconocidas como el mejor testimonio del jazz original.

Para finales de 1928, Morton se ve obligado a dejar Chicago para empezar una carrera en Nueva York, en donde se da cuenta que un nuevo estilo comienza a nublar el suyo, lo que lo llevó a terminar trabajando como pianista en un sencillo club en Washington llamado “The Jungle”, en donde fue reconocido por Alan Lomax, quien le dio la oportunidad de grabar lo que se convertiría en el éxito de su carrera.

Jelly Roll Morton tal vez no haya sido el mejor ejemplo de ser humano, pero sus composiciones convirtieron al jazz en lo que conocemos hoy en día, a través de una rítmica llena de pasión y locura. Adjetivos que describen la vida del ya fallecido compositor