FUNDAMENTO

Según el economista “hereje” chileno Manfred MaxNeef, las necesidades humanas son las mismas en todas las épocas y culturas. Lo que sí cambia de una época a otra (y de una cultura a otra) es la forma de satisfacerlas. Las necesidades identificadas son nueve: subsistencia, protección, entendimiento, participación, ocio, creación, libertad e identidad. La música tiene relación con varias de esas necesidades humanas.

Con la subsistencia, al relacionarse con el descanso y la salud mental.
Con la necesidad de afecto, al sustentar espacios de encuentro, permitir en ellos la expresión de emociones, pilares de la amistad. Con la de entendimiento, al promover la curiosidad, la disciplina y los ámbitos de interacción formativa. Con la del ocio, al justificar el uso del tiempo libre y la realización de espectáculos o acompañar nuestra privacidad.

Con la de Creación, para los que descubren y desarrollan habilidades en el canto, algún instrumento o la danza.
Para con la de libertad, para los que llegan a ser rebeldes y audaces. Y, por último, con la identidad: porque anima los sentimientos de pertenencia y autoestima (en este orden) porque constituye un símbolo, un lenguaje o un valor para determinados grupos, generando ámbito de contención (muy importante en los jóvenes), porque favorece el conocimiento propio y del otro; y porque cumple un rol constituyente en la memoria histórica de los pueblos.

Teniendo en cuenta estos enunciados, LUZ PARA MUNDOS REMOTOS pretende contribuir al desarrollo de la capacidad de audición atenta de la música del mundo, en sus eventuales y oportunos oyentes.

Río Colorado, Río Negro, mayo 2006.

PETRONA MARTINEZ-COLOMBIA


 

A los 71 años "la reina del bullerengue" no deja de cautivar con su voz imponente y aguda adornada de ritmos afro-colombianos. En los álbumes "Bonito que canta" y "Las penas alegres" alterna danzas rituales con letras de carnaval, heredadas de una tradición oral que aprendió de su bisabuela.

En el caribe colombiano la música local suena en todos los pueblos durante el día y la noche. La infinidad de ritmos no son fáciles de distinguir para el visitante desprevenido. Fandangos, porros, champetas, cumbias, chalupas y vallenatos se suceden sin cesar bajo el calor abrasador. Y todos invitan a mover el esqueleto.

Después de un tiempo, entre tanto intérprete, asoma lo diferente. Y es fácil reconocer la voz aguda e imponente de Petrona Martínez, "la reina del bullerengue", quién a los 71 años sigue lavando la ropa a mano, cocina y cuida sus plantas de mandioca en Palenquito, el lugar donde vive, canta y nacen los versos de sus canciones.